miércoles, 17 de junio de 2009

El encuentro

Parecía ser un mito; como de esas fabulas que te contaban de pequeño para que pudieras dormir, de aquellas que te dejaban perplejo y fascinado, por su maravilla y encanto. Aquellos cuentos que sabias que no eran reales, sin embargo, soñabas despierto con ser el protagonista, imaginándote los lugares y personajes que en ellos habitaban. Repitiendo una y otra vez la historia en tu cabeza, a efecto de que nunca se te olvidara, solo para estar preparado e identificarla cuando la tuvieras cara a cara, pero lo sabías, era soñar despierto.

Hace pocos días, empapado en sudor, un poco intoxicado y con la mente hechizada por la magia obscura que había sido invocada para derrotarme, entendí que me encontraba con una de esas leyendas, uno de esos mitos, y que yo, el pobre autor de este texto, había vivido en carne propia una de esas historias míticas.

Del encuentro, recuerdo centellas, imágenes y reflejos poco diáfanos. Pero aun guardo las heridas que al verlas me hacen recordar vívidamente, que no fue solo un sueño.

Todo empezó como una casualidad, un accidente, uno de esos acontecimientos que sabes en que empiezan, pero no cómo y cuando terminan.

La casualidad tuvo lugar de manera nocturna, cuando las intenciones no son tan visibles como cuando hay luz. Cuando solo sabes que algo está ahí, pero en realidad no lo ves, únicamente intuyes, te lo imaginas en formas y dimensiones, mas nunca lo distingues con exactitud.

Cabe aclarar, que el encontronazo no hubiera tenido tal impresión, de no haber sido por uno de sus personajes, en obviedad, el que no era yo. Un ser mítico, encantador, pero a la vez peligroso y con poderes sutiles que podrían hacer rendirse en la locura a cualquier mortal que no estuviera preparado para ellos.

Pareciera exagerado, pero no tengo por qué mentirles, esa no es mi intención y mucho menos el motivo de este pequeño relato.

De un andar errático, en un camino sin rumbo, como cuando se prende un fosforo y el incendio comienza por sorpresa, así nos encontramos.

Ahí estábamos, frente a frente, sorprendidos de vernos. Empezamos por analizarnos, oliéndonos el miedo, midiendo el terreno y delimitando la peligrosidad de cada uno.

Sabíamos que estábamos en un predicamento, y que la única salida, no era la que uno hubiera deseado, lejos de poder escapar, debíamos sobrevivir.

Parados uno enfrente del otro, a distancia prudente, comenzamos a rodearnos en una pequeña danza, donde cada movimiento era pensado, lento, sutil y calculado. Nunca dando posibilidad de hacer creer al contrario que se tiene la iniciativa del combate, pero tampoco que no se está alerta y listo para el contraataque.

Sin denotar temor, intente ser el primero en adivinar cuál sería el costo, de manera peligrosa me acerque con una pequeña arremetida, sin embargo, en vano fueron mis esfuerzos, pues solo logre verme a la defensiva de un fuerte contraataque, que de haber sido certero, hubiera sido el primero y último recibido esa noche.

Comprendí que la cosa no hacía más que complicarse.

Con el valor diezmado, por el inicio fallido, sabía que no podía ceder la iniciativa, que si dejaba ver que el ser era más fuerte, inteligente y seductivo, estaría a su merced , y de una batalla campal se convertiría en un juego, donde yo, sería la diversión.

Me armé de tamaños, cogí fuerzas de mi interior y arremetí por segunda ocasión, esta vez acerté en mi objetivo, una estocada limpia, certera y firme, la cual solo hizo temblar a la criatura, y hacerla gemir rabiosa de un dolor excitante que la quemaba desde sus adentros.

Mirándome fijamente, con cara de quien sabe que la has lastimado, incrédula de la situación, reconociendo que eres un rival digno y que no le sería tan fácil la victoria. Nos trenzamos en una fuerte batalla, donde el calor, el sudor y los gemidos era lo único que podía distinguirse.

En momentos dominaba la situación, solo para perderla segundos después.

Transcurridas varias horas de una lucha encarnizada y encontronazos que mermaban nuestro espíritu y cuerpo. El destino quiso una pequeña calma, una pausa que dejara pie a la recuperación. Una espera que ayudaba a pensar, cuál sería la siguiente jugada.

En ese momento, entendimos que habíamos perdido la voluntad, éramos presa uno del otro, salir con vida no era importante, conocíamos el verdadero placer. No necesitas luchar guerras completas, para llegar a tal clímax, eso me quedaba claro.

Me incorpore lentamente, disfrutando cada dolor, sintiendo cada gota de sudor que recorría mi cuerpo, el corazón se salía del pecho, la respiración me faltaba, la visión era nublada, mi equilibrio no era el mejor, sabía que estaba indefenso, esperaba el último toque, el tiro de gracia que me diera el adiós.

No me importó, la experiencia lo ameritaba, quién no codicia morir de esa hermosa manera.

De reojo vi a mi oponente, no supe en qué condiciones se encontraba, entre sombras pude distinguir que se incorporó, creo que disfrutaba su dolor, que sentía cada gota de sudor que le recorría su cuerpo, como si el corazón se le saliera y la respiración le hiciera falta, deduje que su equilibrio al parecer no era bueno.

Por un momento creí que me miraba en un espejo borroso y carcomido por el tiempo, y que la figura que estaba enfrente de mí, era yo.

Pero no era así, una veloz aproximación de su parte a centímetros de mi me hizo distinguir lo hermosa y seductora que era la figura. Solo pude cerrar los ojos esperando lo peor, el final.

Sentí su tersa mano rosar mi mejilla, se acerco lentamente a mi oído, y susurro. “el amor fortuito, no siempre es tan agradable”.

Una interminable obscuridad invadió mi ser, ¿estoy vivo? No tuve una respuesta de la cual estuviera seguro.

Los primeros rayos de luz hicieron que cobrara conciencia, necesite solo un pequeño movimiento para recordar que mi cuerpo estaba destruido, esgrimí una pequeña sonrisa de tal prueba. La cual acreditaba que no había sido un sueño.

Con el paso del tiempo pude recuperarme, intento llevar una vida normal. Pero debo de confesarlo: como esas fabulas que te contaban de pequeño para que pudieras dormir, de aquellas que te dejaban perplejo y fascinado, por su maravilla y encanto. Día con día sigo repitiendo una y otra vez la historia en mi cabeza, a efecto de que nunca se me olvide, solo para estar preparado e identificarla cuando la tenga cara a cara, pero lo sé, es soñar despierto.

lunes, 15 de junio de 2009

Pararupapa eu eo, Paparupapa eu eo.

Cual grito de guerra, como preparados para una batalla épica, el coro de paparupapa eu eo retumbaba en las gargantas de los 55 mil espectadores, que el sábado 13, se reunieron para ovacionar a quienes les han musicalizado su vida estos 20 años.

El evento amalgamo a un público variado, el único elemento heterogéneo en el aire, era el café.

Aproximadamente a las 8:30 de la noche, los cuatro tacubos, salieron al escenario, agradeciendo la presencia de los invitados, fue ese momento donde empezó el recuento de imágenes y sonidos del pasado.

¿Quién no tiene un buen beso con “eres”?, ¿una buena peda con “ingrata”? o ¿quien no quiso tener una “chica banda” de morra? O bailado con persianas, de los asistentes, puedo apostar que TODOS.

Al tocarse cada acorde, cada nota, cada canción, las remembranzas se hacían presentes, y eso, al ser multiplicado por cada uno de los que bailábamos, coreábamos, cantábamos y recordábamos un pequeño fragmento de nuestra vida, daba como resultado algo, que si se pudiera medir, palpar o cuantificar, sería más impresionante que cualquier cosa que ser vivo haya presenciado en su existir.

El sábado vimos consumados a cuatro personas, que han puesto ritmo e identidad, a por lo menos un foro sol lleno de chilangos. Músicos que nos enseñaron que las raíces, lo urbano, lo citadino y el Distrito Federal con zona conurbada (Cd satélite) jajajaja, son elementos que llevamos tatuados a cualquier parte que vayamos, los cuales, nunca se deben de olvidar.

Durante tres horas y media, Los “Beatles Mexicanos”, cual colegialas, adolecentes, a punto de su primera experiencia, nos hicieron suyos, nos emocionaron y nos manejaron a placer, pero sobre todo, me hicieron pensar, que sí durante ese tiempo solo puedes bailar, cantar y tener buenos recuerdos de 20 años de vida, definitivamente, no me la he pasado tan mal.

No necesitabas ser un fan aguerrido o promedio, e incluso de los buenos villamelones que nunca dejan de asistir, fueras quien fueras, el chiste del sábado radicó en pasarla bien, recordar buenos momentos e incluir y agregar uno más a tu lista, en el cual, 55 mil chilangos siguieron las instrucciones de Rubén, quien nos dijo “el mejor acto revolucionario- pacifista es echar desmadre”

Puedes ser fan de muchas bandas, los cuales también tienen un lugar en tu corazón, y las cuales seguramente le han puesto alguna rola a tu vivir, sin embargo, a cuál de sus integrantes de esas bandas te has topado en el metro Chapultepec, en el micro que se va todo peri, o como es mi caso, en el Cinemex del WTC, lo ves, directa o indirectamente puedes sentirte parte de 20 años de buena música.


Existen muchas definiciones para lo del sábado, pero creo que encasillar el festejo, es un mal cliché que no debo de utilizar, simplemente siento que los que asistimos vimos a cuatro músicos reales, a los cuales solo les podemos dar las gracias porque directa o indirectamente, nuestras vidas son parte de sus canciones o sus canciones son parte de nuestras vidas.




Y me he metido cuarenta Nenbutales ya, y solo tengo este pinche viaje.

jueves, 11 de junio de 2009

Manual del compromiso.

Toma seriamente tu actitud, supedítate a las necesidades del ajeno, conocido o interesado.

Doblega tus voluntades amalgamándolas a las del sujeto en cuestión. De ser posible, arroja tu independencia en la medida de las posibilidades básicas de supervivencia, siempre y cuando la supervivencia no se convierta en obstáculo o inconveniente para la renuncia de la voluntad.

Cuando hayas logrado lo anterior, estarás en un punto en el que aún no has logrado el compromiso. Debido a que el sujeto calificador, solo estará en posibilidad de evaluar la existencia o ausencia del mismo.

Por lo regular, la anuencia y aprobación son logrados en casos de suma peculiaridad y hasta el día de hoy, solo comprobado en animales.

Bienvenido al compromiso.

viernes, 5 de junio de 2009

Inestabilidad.

La inestabilidad ha llegado a mi vida en innumerables ocasiones. Viene, se va, regresa, da vueltas, me mece, huye, se esconde, la encuentro, me encuentra, la busco, desaparece y repentinamente aparece tomándome del brazo, sacudiéndome, tal cual madre sacude al pequeño para despertar e ir al colegio. En momentos me invita a avanzar, o a retroceder, no lo sé. Solo entiendo que ahí está.


Existen días en los cuales pareciera que lo único constante es lo inestable, y días que se cree ganada la batalla y se le ha derrotado, aniquilamos a la inestabilidad, solo para sorpresa del día siguiente, la noticia trágica, me voy, no me olvides, adiós, nunca más, se cancela, no lo teníamos previsto, no fue mi culpa, fue culpa mía, tenemos la culpa, murió sin dolor, está en muy malas condiciones, del día que tu vida da un vuelco, y de tu placida monotonía, te percatas que esto se mueve, rota, gira, se entrelaza, juega, y brinda luz u obscuridad, sea el caso, a lo que creías fijo, inamovible o perpetuo.


El amor, dinero, salud, familia, y en todo lo que uno puede imaginarse, se contiene. Se los aseguro, es cuestión de saber en qué momento agitarse, en qué lugar depositarse, en qué circunstancia utilizarse. De un momento a otro, llega, se nos presenta, nos invade. Simplemente no necesita invitación.


Pero no se preocupen, a lo largo de mi vida he aprendido que sin estas “inestabilidades” las cosas no mutarían, no cambiarían, no evolucionarían y dejarían una vida, sí más cómoda, pero somnolienta. Así que, el único remedio es hacerse a la idea de que estamos de paso, somos prestados, y la única constante en la vida es el cambio.


Tú, el que creías que lo tiene todo resuelto, yo no estaría tan seguro, y tú el que creía que todo estaba perdido, es lo más probable.

Porque un servidor también puede

Desde música, cine, arte, sexo, trabajo, trivialidades, emociones, medicina, psicología, anatomía, sexo, literatura, alcohol, política, sexo, amores y desamores, videojuegos, viajes, mujeres, playas y sexo, todo mundo puede escribir. Hoy me pregunte, ¿por qué yo no?