martes, 16 de agosto de 2011

Letargo.

2011 y mi mano sigue sin escribir.

viernes, 14 de mayo de 2010

“Sueño”

Solo es cuestión de delinear con la punta de mí dedo el contorno de tu cara. Pintar cada una de tus expresiones.

De sentir gota a gota el sudor que resbala desde mi coronilla, rodando sin nada que se le interponga por mi cara, hasta caer por mí barbilla y seguir su camino en tu cuerpo.

Simplemente es ser más perceptivo, ver en la obscuridad y estar ciego con luz.

Se necesita mirarte fijamente a los ojos, perderme en ellos, acercarme lentamente a tu boca y escuchar una leve, pausada y constante respiración, sonido similar al de las olas del mar, el cual solo se interrumpe por un pequeño trueno al momento de que exhalas. Suficiente para dejarte vacía, muerta por unos instantes.

Necesito vernos desde la esquina del cuarto, parado como un tercero, espectador a punto de perder la cabeza por los celos, rabioso de que te beso y hago mía. Me urge correr a tomar mi posición de “yo” para no cometer alguna locura. Sin duda, es la comprobación más dura de llevar a cabo.

Pero debo de ser sincero, todo lo anterior no siempre resulta.

Debo de admitirlo, en ocasiones es imposible, los colores revolotean en el aire, un aroma a flores embriagan mí ser, tus cabellos se entrelazan con mis manos, cada uno de ellos adquiere vida propia, no soy dueño de mis actos, velo y doy vuelcos sin sentido, cada centímetro de tu piel arde y me quema como carbón al rojo vivo, ¿se pude ser uno siendo dos?, exploto, la cabeza me zumba, no entiendo bien lo que ocurre, hasta que la intensidad poco a poco desciende dejando entender que estoy despierto y que estas a mi lado. Hasta ese momento lo compruebo.

La lucha es inevitable, ocurre perpetuamente. Es necesaria, no puedo darme por vencido, hay mucho que perder.

Sentado a lado de la cama recorro tu espalda con la mirada, me atrevo a tocarte, das vuelta y sonríes cálidamente, lo he vuelto a hacer, vencí de nueva cuenta, no es un sueño, respiro profundamente en tono de alivio, me froto la cabeza quitando el sudor excedente y me recuesto, la respiración poco a poco vuelve a la normalidad.

Una pequeña estrella color azul titila, ¿es un insecto?, pero si todas las ventanas están cerradas. Carajo, sonrió, la lucha comienza de nuevo.

viernes, 7 de mayo de 2010

Comunicación

En ocasiones las líneas comunican más que las palabras, creo que se debe a que las manos son intermediarias entre el corazón y la cabeza, rienda que ayuda a expresarnos sin rencor o agresión.

miércoles, 20 de enero de 2010

“Mal tiempo”

-¿Crees que llueva?

Estabas mirando por la ventana el nubarrón obscuro que se venía, panorama climático nada alentador para aquél que no quiere mojarse, para quién no está preparado para el mal tiempo, pero en realidad ¿quién lo está?

Tu duda me causó la extrañeza de quien se topa con un elefante y se le pregunta si se le vio. Era tan evidente que llovería, como la respuesta a tal incertidumbre.

-Claro amor, acaso no ves lo negro que está el cielo.

Continuaste pasiva. Tu mirada al vacio se perdía con la tempestad que se aproximaba. Te encontrabas en un hipnotismo total, trance solo disimulado por suspiros profundos. Si no te conociera tan bien, nunca hubiera detectado el mal presagio por el que te encontrabas en tal meditación, en ese momento me di cuenta de que algo no encajaba.

-¿Te pasa algo?

El sonido de las manecillas producido por tu reloj amarillo, ese que no me gusta ni tan solo un poco, era el sonido que reinaba en la habitación.

-Nada corazón, simplemente sé que viene un mal tiempo.

Pensé por un instante que estabas loca, que algo malo sucedía en tu cabeza, ideas que se esfumaron a toda prisa tras caer el primer rayo seguido de un viento furioso, la tempestad había comenzado. Cerraste la ventana cómo pudiste, el aire arreciaba. Seguiste mirando la lluvia, las luces de la calle se veían borrosas ante tal diluvio.

Cruzando la calle, se podía ver una mujer solitaria guarneciéndose bajo un letrero luminoso, su paraguas solo le ayudaba psicológicamente a sentirse seca, físicamente estaba convertida en una sopa.

La lluvia y el frio habían empañado el cristal dificultando ver al exterior, poco a poco tu dedo delineo la silueta borrosa de la mujer.

-Yo no sentiría miedo, yo no sentiría frio y estoy segura de que yo no me mojaría.

Bingo, la señal de la locura era evidente, te habíamos perdido, pensé. En son de broma sarcástica te señalé que no tenias en tu guardarropa un impermeable tan poderoso para evitar tal situación, simplemente era ilógico.

Volteaste con tú hermosa cara que solo irradiaba paz, sonreíste un poco y me miraste fijamente.

-A tu lado la peor tempestad de la vida puede pasar y estoy segura que sujetada de tu mano ni miedo, ni frio, ni agua mi cuerpo sentirá.

Me sentí como un tonto, solo pude ir a tu lado, mirar por la ventana y dibujar la silueta de un hombre, junto a la que tú habías dibujado.

-Siempre estaré sujetándote.

jueves, 10 de diciembre de 2009

Historia

Para qué sirve esa condenada asignatura que a tantos nos provocó dolor de cabeza a lo largo de nuestra vida estudiantil, qué sentido sirve conocer y comprender hechos, sucesos, anécdotas y acontecimientos, décadas, lustros y/o siglos ya pasados y añejos, o en ocasiones días, minutos, semanas o meses anteriores.
¿Para qué?
Los Romanos, otomanos, bizantinos, mayas y chinos, el renacimiento, nuestra revolución, la revolución francesa, rusa, la industrial, la que nunca llegó; la caída del muro, el levantamiento de otros, el momento en que nos fundimos; la gran depresión, le nueva súper depresión, el día que te conocí, el primer hombre en la luna, la muerte de un presidente, la muerte de un candidato a presidente, Martin Luther King, Doroteo Arango, el abrazo de Acatempan, el día que me enamore de ti, la primera gran guerra, la segunda, las no tan grandes, la primera vez que te bese. En fin, personajes, lugares y acontecimientos distantes y no tan distantes, pero con una sola constante, pasados.
Me he tratado de explicar que la historia sirve para tener un panorama más amplio de la vida, de la ciudad en donde habito. Quien no conoce la historia, está condenado a cometer los mismos errores. Miles de definiciones, explicaciones y conceptos que he estado dispuesta a asimilar y comprender.
Pero, y si la historia duele. ¿Qué pasa cuando hay dolor en esos acontecimientos?, ¿Qué ocurre cuando a sabiendas de que no estabas ni remotamente cerca del suceso, el simple hecho de conocerlo, rasga algo de tu ser, te incomoda, o causa desagrado en tu momento?
No tiene sentido entonces conocer una historia que duele.
¿Para qué?
La historia no solo son grandes sucesos que quedan labrados en los anales de la humanidad. No, también las personas comunes y corrientes tenemos historia. Eso me queda claro. Pero qué pasa cuando estas se tejen para formar una sola, simulando una enredadera que se entrelaza desde el tallo hasta sus hojas, pero no desde sus raíces. Qué ocurre con esa historia que hasta ese momento era desconocida, con aquella que a pesar de no saberse, forma parte de la vida de ambos, esa que no se vislumbra, pero existe, aquella que se quería nunca emergiera, nunca hubiera salido a la luz y rogábamos por que se quedara inmersa en las penumbras de lo no conocido. Pero un día, como por arte de magia, la cual no se tuvo para desaparecer el pasado, aparece como salida de la chistera.
Conocer algo que duele, no se puede cambiar, incomoda y no agrada, ¿qué fin tiene?
Al borde de darme por vencida, y casi segura de que ninguna buena utilidad tiene conocer la historia, tu último “te amo” vino a mi mente ayudándome a reflexionar. Sé perfectamente lo que eres para mí, sé muy bien que eres el amor de mi vida y cuanto tiempo quiero estar contigo, pero de no ser por tu historia, incluso la incómoda, no podría saber desde cuando empezó la que día a día gravamos en nuestro corazón, por la cual, luchamos y momento a momento nos fundimos.
Esa parte de ti, que nunca borraremos, refuerza mi entender de lo que queremos, donde estamos y a donde vamos. Entonces, si bien es incómoda, de algo sirve. A por cierto, sé muy bien que cualquier historia que tengas, nunca se comparara en nada con el camino que estamos trazando al caminar.
De la mujer que te ama, para el hombre más importante de mi vida.

martes, 17 de noviembre de 2009

“Para ti”

Despierto y veo tu rostro
Fijo en cada pensamiento
Necesito de tu ser
Cada segundo, cada momento.

El sentir tu mano acariciarme
Es volar sin rumbo fijo
Sentir tus labios impactarme
Es quedarme sin oxígeno.

Me aterra la idea de perderte
De no sentirte, de no tocarte
Pero el miedo solo pierde
Confunde y logra alejarte.

Una cosa clara tengo
Que te hicieron para mí
Te conozco de otra vida
Mi amor, no te dejaré ir.

miércoles, 7 de octubre de 2009

“Ente de luz”

Desperté abruptamente, el sudor empapaba todo mi cuerpo, sentí un frio profundo que me calaba los huesos, trate sin éxito de saber la hora, el día o donde carajos me encontraba. Fue en vano todo esfuerzo de ubicación.

Solo tinieblas me rodeaban, ¿es un sueño?, ¿estoy dormido?, ¿vivo? Preguntas que realice, mas no pude contestar.

En qué momento perdí la vista, en que descuido me atrapé en esta extraña situación.

La excitación seguida por la angustia y el miedo fueron lo que sentí.

Debía guardar la calma, el miedo solo paraliza y no deja pensar bien. Si mi futuro era ser ciego, conseguiría un lazarillo y asunto resuelto. Mi optimismo no fue suficiente, estar en la obscuridad total no es nada sencillo, la desesperación empezó a hacer mella de mis pensamientos.

Busqué calma en mis adentros sin encontrar resultado.

Intuí que seguía con vida ya que siempre he escuchado que las personas buenas van a un lugar con calma, a su vez, las malas, a un lugar de sufrimiento, no a un lugar sin luz. Mi razonamiento de infante ayudó a tener un poco de esperanza.

Sentimiento que no duró mucho, trate de sentir, tocar, olfatear u escuchar algo que me ayudara a ubicarme, pero el resultado fue como si me encontrara en un cajón siendo olvidado por alguien.
Camine un largo trazo y el resultado seguía siendo el mismo. La ausencia total de luz que me indicara un camino.

Decidí sentarme, guardar la calma y esperar, ¿Qué?, aun no lo sabía.

Un pequeño chispazo a lo lejos pude ver. Catapultado corrí a su encuentro, solo para llegar y encontrarme en la misma y obscura realidad.

Tallé mis ojos con fuerza, para poder agudizar la visión. Y a unos metros ocurrió de nuevo, otro pequeño resplandor me encandiló.

Cual luciérnaga en la más obscura de las noches siendo perseguida por un niño, así seguí a la pequeña luz titilante que poco a poco subía su incandescencia.

Corrí y corrí tras de ella, casi hasta perder el aliento, estaba a punto de desistir, al borde de no seguirla un solo paso más, cuándo grité, espera, por favor no te vayas, no encuentro el camino de regreso.

Hizo alto total.

Levitaba suavemente, su color era un brillo cálido himnotizante, seductor y a la vez hermoso.
Cual luz incandescente colocada en el fondo del restaurante, cuya función es la de atraer, atrapar y calcinar a cualquier insecto que hechizado encuentre su fatídico final, así me dirigí caminando a su locación.

Al momento de llegar a ella, no caí asado, por el contrario, una paz invadió mi ser, sentimiento seguido de un confort y alivio digno de quien no se encuentra en las penumbras.

¿Te puedo seguir?, solo quiero salir de aquí. Un pequeño parpadeo bastó para entender que estaba de acuerdo.

Después de un rato de andar, sinceramente no puedo decirles cuanto, pero sí puedo asegurarles que fue la caminata más hermosa, esperanzadora, pacífica y confiada de mi vida. A pesar de no ver más allá de mi nariz, nunca tuve miedo a tropezar, caer, resbalarme o perderme, sabía que la luz era todo lo que necesitaba y confiaba en ella.

A lo lejos pude ver clarear un pequeño resquicio que seguramente me sacaría de ese lugar, justo antes de llegar, mí resplandeciente acompañante se detuvo, dio dos últimos parpadeos en señal de adiós y comenzó a extinguirse.

Gracias. Expresé.

Cada que me acercaba más a la salida, un sentimiento de alegría creciente se veía opacado por la melancolía de quien deja algo hermoso en el camino.

Al momento de cruzar el umbral, volví a abrir los ojos, esta vez reconocí perfectamente el lugar, pude distinguir de inmediato que me encontraba en mi habitación. Sin embargo me recline un poco, solo para percatarme que efectivamente todo estaba en orden.

Amor, tuviste una pesadilla. Su bella y suave mano acarició mi hombro.

No mi vida, asenté, simplemente estaba soñándote desnuda.
Sonrió.
Sigue durmiendo loco, sugerencia que fundió con un beso.


Antes de conocerte
Luz hacía falta en mi camino
Intensidad le diste a mi vida
Necesidad de mi destino.