viernes, 14 de mayo de 2010

“Sueño”

Solo es cuestión de delinear con la punta de mí dedo el contorno de tu cara. Pintar cada una de tus expresiones.

De sentir gota a gota el sudor que resbala desde mi coronilla, rodando sin nada que se le interponga por mi cara, hasta caer por mí barbilla y seguir su camino en tu cuerpo.

Simplemente es ser más perceptivo, ver en la obscuridad y estar ciego con luz.

Se necesita mirarte fijamente a los ojos, perderme en ellos, acercarme lentamente a tu boca y escuchar una leve, pausada y constante respiración, sonido similar al de las olas del mar, el cual solo se interrumpe por un pequeño trueno al momento de que exhalas. Suficiente para dejarte vacía, muerta por unos instantes.

Necesito vernos desde la esquina del cuarto, parado como un tercero, espectador a punto de perder la cabeza por los celos, rabioso de que te beso y hago mía. Me urge correr a tomar mi posición de “yo” para no cometer alguna locura. Sin duda, es la comprobación más dura de llevar a cabo.

Pero debo de ser sincero, todo lo anterior no siempre resulta.

Debo de admitirlo, en ocasiones es imposible, los colores revolotean en el aire, un aroma a flores embriagan mí ser, tus cabellos se entrelazan con mis manos, cada uno de ellos adquiere vida propia, no soy dueño de mis actos, velo y doy vuelcos sin sentido, cada centímetro de tu piel arde y me quema como carbón al rojo vivo, ¿se pude ser uno siendo dos?, exploto, la cabeza me zumba, no entiendo bien lo que ocurre, hasta que la intensidad poco a poco desciende dejando entender que estoy despierto y que estas a mi lado. Hasta ese momento lo compruebo.

La lucha es inevitable, ocurre perpetuamente. Es necesaria, no puedo darme por vencido, hay mucho que perder.

Sentado a lado de la cama recorro tu espalda con la mirada, me atrevo a tocarte, das vuelta y sonríes cálidamente, lo he vuelto a hacer, vencí de nueva cuenta, no es un sueño, respiro profundamente en tono de alivio, me froto la cabeza quitando el sudor excedente y me recuesto, la respiración poco a poco vuelve a la normalidad.

Una pequeña estrella color azul titila, ¿es un insecto?, pero si todas las ventanas están cerradas. Carajo, sonrió, la lucha comienza de nuevo.

viernes, 7 de mayo de 2010

Comunicación

En ocasiones las líneas comunican más que las palabras, creo que se debe a que las manos son intermediarias entre el corazón y la cabeza, rienda que ayuda a expresarnos sin rencor o agresión.

miércoles, 20 de enero de 2010

“Mal tiempo”

-¿Crees que llueva?

Estabas mirando por la ventana el nubarrón obscuro que se venía, panorama climático nada alentador para aquél que no quiere mojarse, para quién no está preparado para el mal tiempo, pero en realidad ¿quién lo está?

Tu duda me causó la extrañeza de quien se topa con un elefante y se le pregunta si se le vio. Era tan evidente que llovería, como la respuesta a tal incertidumbre.

-Claro amor, acaso no ves lo negro que está el cielo.

Continuaste pasiva. Tu mirada al vacio se perdía con la tempestad que se aproximaba. Te encontrabas en un hipnotismo total, trance solo disimulado por suspiros profundos. Si no te conociera tan bien, nunca hubiera detectado el mal presagio por el que te encontrabas en tal meditación, en ese momento me di cuenta de que algo no encajaba.

-¿Te pasa algo?

El sonido de las manecillas producido por tu reloj amarillo, ese que no me gusta ni tan solo un poco, era el sonido que reinaba en la habitación.

-Nada corazón, simplemente sé que viene un mal tiempo.

Pensé por un instante que estabas loca, que algo malo sucedía en tu cabeza, ideas que se esfumaron a toda prisa tras caer el primer rayo seguido de un viento furioso, la tempestad había comenzado. Cerraste la ventana cómo pudiste, el aire arreciaba. Seguiste mirando la lluvia, las luces de la calle se veían borrosas ante tal diluvio.

Cruzando la calle, se podía ver una mujer solitaria guarneciéndose bajo un letrero luminoso, su paraguas solo le ayudaba psicológicamente a sentirse seca, físicamente estaba convertida en una sopa.

La lluvia y el frio habían empañado el cristal dificultando ver al exterior, poco a poco tu dedo delineo la silueta borrosa de la mujer.

-Yo no sentiría miedo, yo no sentiría frio y estoy segura de que yo no me mojaría.

Bingo, la señal de la locura era evidente, te habíamos perdido, pensé. En son de broma sarcástica te señalé que no tenias en tu guardarropa un impermeable tan poderoso para evitar tal situación, simplemente era ilógico.

Volteaste con tú hermosa cara que solo irradiaba paz, sonreíste un poco y me miraste fijamente.

-A tu lado la peor tempestad de la vida puede pasar y estoy segura que sujetada de tu mano ni miedo, ni frio, ni agua mi cuerpo sentirá.

Me sentí como un tonto, solo pude ir a tu lado, mirar por la ventana y dibujar la silueta de un hombre, junto a la que tú habías dibujado.

-Siempre estaré sujetándote.