Solo es cuestión de delinear con la punta de mí dedo el contorno de tu cara. Pintar cada una de tus expresiones.
De sentir gota a gota el sudor que resbala desde mi coronilla, rodando sin nada que se le interponga por mi cara, hasta caer por mí barbilla y seguir su camino en tu cuerpo.
Simplemente es ser más perceptivo, ver en la obscuridad y estar ciego con luz.
Se necesita mirarte fijamente a los ojos, perderme en ellos, acercarme lentamente a tu boca y escuchar una leve, pausada y constante respiración, sonido similar al de las olas del mar, el cual solo se interrumpe por un pequeño trueno al momento de que exhalas. Suficiente para dejarte vacía, muerta por unos instantes.
Necesito vernos desde la esquina del cuarto, parado como un tercero, espectador a punto de perder la cabeza por los celos, rabioso de que te beso y hago mía. Me urge correr a tomar mi posición de “yo” para no cometer alguna locura. Sin duda, es la comprobación más dura de llevar a cabo.
Pero debo de ser sincero, todo lo anterior no siempre resulta.
Debo de admitirlo, en ocasiones es imposible, los colores revolotean en el aire, un aroma a flores embriagan mí ser, tus cabellos se entrelazan con mis manos, cada uno de ellos adquiere vida propia, no soy dueño de mis actos, velo y doy vuelcos sin sentido, cada centímetro de tu piel arde y me quema como carbón al rojo vivo, ¿se pude ser uno siendo dos?, exploto, la cabeza me zumba, no entiendo bien lo que ocurre, hasta que la intensidad poco a poco desciende dejando entender que estoy despierto y que estas a mi lado. Hasta ese momento lo compruebo.
La lucha es inevitable, ocurre perpetuamente. Es necesaria, no puedo darme por vencido, hay mucho que perder.
Sentado a lado de la cama recorro tu espalda con la mirada, me atrevo a tocarte, das vuelta y sonríes cálidamente, lo he vuelto a hacer, vencí de nueva cuenta, no es un sueño, respiro profundamente en tono de alivio, me froto la cabeza quitando el sudor excedente y me recuesto, la respiración poco a poco vuelve a la normalidad.
Una pequeña estrella color azul titila, ¿es un insecto?, pero si todas las ventanas están cerradas. Carajo, sonrió, la lucha comienza de nuevo.