miércoles, 7 de octubre de 2009

“Ente de luz”

Desperté abruptamente, el sudor empapaba todo mi cuerpo, sentí un frio profundo que me calaba los huesos, trate sin éxito de saber la hora, el día o donde carajos me encontraba. Fue en vano todo esfuerzo de ubicación.

Solo tinieblas me rodeaban, ¿es un sueño?, ¿estoy dormido?, ¿vivo? Preguntas que realice, mas no pude contestar.

En qué momento perdí la vista, en que descuido me atrapé en esta extraña situación.

La excitación seguida por la angustia y el miedo fueron lo que sentí.

Debía guardar la calma, el miedo solo paraliza y no deja pensar bien. Si mi futuro era ser ciego, conseguiría un lazarillo y asunto resuelto. Mi optimismo no fue suficiente, estar en la obscuridad total no es nada sencillo, la desesperación empezó a hacer mella de mis pensamientos.

Busqué calma en mis adentros sin encontrar resultado.

Intuí que seguía con vida ya que siempre he escuchado que las personas buenas van a un lugar con calma, a su vez, las malas, a un lugar de sufrimiento, no a un lugar sin luz. Mi razonamiento de infante ayudó a tener un poco de esperanza.

Sentimiento que no duró mucho, trate de sentir, tocar, olfatear u escuchar algo que me ayudara a ubicarme, pero el resultado fue como si me encontrara en un cajón siendo olvidado por alguien.
Camine un largo trazo y el resultado seguía siendo el mismo. La ausencia total de luz que me indicara un camino.

Decidí sentarme, guardar la calma y esperar, ¿Qué?, aun no lo sabía.

Un pequeño chispazo a lo lejos pude ver. Catapultado corrí a su encuentro, solo para llegar y encontrarme en la misma y obscura realidad.

Tallé mis ojos con fuerza, para poder agudizar la visión. Y a unos metros ocurrió de nuevo, otro pequeño resplandor me encandiló.

Cual luciérnaga en la más obscura de las noches siendo perseguida por un niño, así seguí a la pequeña luz titilante que poco a poco subía su incandescencia.

Corrí y corrí tras de ella, casi hasta perder el aliento, estaba a punto de desistir, al borde de no seguirla un solo paso más, cuándo grité, espera, por favor no te vayas, no encuentro el camino de regreso.

Hizo alto total.

Levitaba suavemente, su color era un brillo cálido himnotizante, seductor y a la vez hermoso.
Cual luz incandescente colocada en el fondo del restaurante, cuya función es la de atraer, atrapar y calcinar a cualquier insecto que hechizado encuentre su fatídico final, así me dirigí caminando a su locación.

Al momento de llegar a ella, no caí asado, por el contrario, una paz invadió mi ser, sentimiento seguido de un confort y alivio digno de quien no se encuentra en las penumbras.

¿Te puedo seguir?, solo quiero salir de aquí. Un pequeño parpadeo bastó para entender que estaba de acuerdo.

Después de un rato de andar, sinceramente no puedo decirles cuanto, pero sí puedo asegurarles que fue la caminata más hermosa, esperanzadora, pacífica y confiada de mi vida. A pesar de no ver más allá de mi nariz, nunca tuve miedo a tropezar, caer, resbalarme o perderme, sabía que la luz era todo lo que necesitaba y confiaba en ella.

A lo lejos pude ver clarear un pequeño resquicio que seguramente me sacaría de ese lugar, justo antes de llegar, mí resplandeciente acompañante se detuvo, dio dos últimos parpadeos en señal de adiós y comenzó a extinguirse.

Gracias. Expresé.

Cada que me acercaba más a la salida, un sentimiento de alegría creciente se veía opacado por la melancolía de quien deja algo hermoso en el camino.

Al momento de cruzar el umbral, volví a abrir los ojos, esta vez reconocí perfectamente el lugar, pude distinguir de inmediato que me encontraba en mi habitación. Sin embargo me recline un poco, solo para percatarme que efectivamente todo estaba en orden.

Amor, tuviste una pesadilla. Su bella y suave mano acarició mi hombro.

No mi vida, asenté, simplemente estaba soñándote desnuda.
Sonrió.
Sigue durmiendo loco, sugerencia que fundió con un beso.


Antes de conocerte
Luz hacía falta en mi camino
Intensidad le diste a mi vida
Necesidad de mi destino.